Si bien hay pocos ejemplos de semillas innovadoras ecuatorianas que germinaron a pesar de tormentas, sequías y entornos poco favorables, sus características son precisamente lo que deberíamos impulsar como país: Primero, le apuestan a nuestra ventaja comparativa como país y generan valor añadido enfocándose precisamente en nuestras particularidades. Es decir, convierten nuestras percibidas falencias en oportunidades. Este es el caso, por ejemplo de Pacari- ganadores por varios años seguidos de galardones al mejor chocolate del mundo, le apostaron no solo a la calidad del chocolate, sino también al saber ancestral dentro de su cadena de valor, técnicas agro-ecológicas de siembra y dejaron atrás el modelo de masividad y reducción de precios contra el que es menos viable competir en el mercado internacional.
Segundo, los emprendedores estrella en nuestro país también trascienden los modelos más tradicionales de presentar sus éxitos. En realidad, son bastante abiertos y honestos en contar sobre sus fracasos y los aprendizajes más importantes que se derivaron de esta experiencia. La apertura, humildad y capacidad de auto-evaluación es un elemento clave a inculcar en la educación emprendedora y también dentro de la cultura de emprendimiento entre nuestros innovadores. En este sentido, nuestro ecosistema se beneficiaría tremendamente de generar eventos, rituales, encuentros y casos de ejemplo que enfoquen sus miras a transparentar los fracasos, celebrarlos como aprendizajes y construir sobre las experiencias de otros. Por ejemplo, los eventos trimestrales «Noches del Fracaso» son espacios en los que innovadores de éxito comparten sus experiencias en un ambiente relajado, humanizado, con aquellos que apenas están arrancando.